viernes, 28 de octubre de 2016

Tres finales (contradicción #3)






Hace unos días te escribí un poema.

Me tomó casi una tarde,
un café y dos vodkas.

Era casi idéntico a lo que días antes
había ido pensando.

Me detuve en ciertas frases,
corregí poco,
cambié solo el cuarto verso.

Al leerlo completo,
sonreí en silencio,
porque el final era exacto...

y no lo era.


Cambié la última línea.
Ahora sí era lo que yo quería...

y no lo era.


Escribí un tercer final,
y lo mismo.

Tenía tres finales para un poema
que venía queriendo escribirte
desde hacía semanas,
y cada uno de ellos, de los finales,
cambiaba bastante el tono de todo el texto.

El primero, demasiado romántico,
el segundo, demasiado trágico,
el tercero, demasiado cínico.

Los tres finales eran tan ciertos,
pero no podía escribirlos todos.
Me tomó dos vodkas más
convencerme de que no era posible juntarlos,
mezclarlos,
maquillarlos.

Y desistí.



Quizá, por esta vez,
esta nota al pie diga más
que el propio poema.

Tres finales,
los tres ciertos,
los tres yo,
los tres tuyos.










lunes, 24 de octubre de 2016

Un día. O tres (contradicción #2)






Ojalá vinieras un día.

O tres.

Un día de octubre,
un día de enero,
y un día de junio,

y vieras cómo cambian los colores de estas calles,
cómo cambia el aire y los árboles,
el olor de los parques y los ocasos de cuento.

Ojalá vinieras un día
y bebiéramos café en Nowa Prowincja,
en Eszeweria,
en Café Szafe,
y te contara todo,
todo lo que no te dije en septiembre,
todo lo que aún no te he dicho,
y tú me dijeras, muy quedo,
que a veces no es tan malo el frío.

Ojalá un día vinieras
y habláramos hasta caer dormidos,
rodeados de esta calma que no puedo explicarte,
y entonces tú me dijeras, quizá,
que sí,
que estos colores,
esta calma y este aire
de verdad valen la pena.

O me dijeras, quizá,
que no,



que ni siquiera esto vale la pena.




Pero ojalá no vinieras,
ni en octubre,
ni en enero,
ni en junio...

...porque no sé qué pasaría.










martes, 18 de octubre de 2016

Y sonrío (contradicción #1)






He ido sabiendo
a lo largo de estos años
que allá, del otro lado del mundo
has seguido con tu vida.

En esa caótica ciudad
que ambos hicimos nuestra
tú sigues sin dejarte vencer
sigues sonriéndole incluso a los árboles
esa ciudad que a mí me aplastaba
a ti en cambio te sostiene
te ilumina
y sigue dándote alas.

He sabido también
que has hecho todo lo que has querido
que te casaste
que lo amas y él a ti
que disfrutas tu trabajo
que tu familia está bien
que saliste de aquel quirófano
mejor de lo que se esperaba.

Sé también que tú preferirías no saber mucho,
si me casé
si tuve hijos
si regresé alguna vez a esa ciudad y no te lo dije.

Quizá prefieras imaginar
pero igual te lo digo:

De este lado del mundo
en esta ciudad
puedo, a ratos, callar el ruido
hay muchos árboles
hay inviernos fríos
y otoños bellísimos
disfruto mi trabajo
paseo
sonrío
a veces escribo
me pregunto
estoy tranquilo
amo

no he pisado un quirófano en estos 13 años
mi familia está bien
he hecho casi todo lo que he querido
y a veces, incluso
siento esos ramalazos de felicidad
de los que alguna vez hablamos hace tanto.

Como ves
las cosas marchan sin pretextos

y sin embargo
a veces me sorprendo sonriendo
pensando lo bien que le vendrías a mi vida ahora

lo bien que nos vendríamos otra vez.

Y sonrío.