Ha sido un
mes particularmente deprimente.
Es la cuarta
o quinta vez que comienzo a escribir este texto.
Siento por
momentos que las manos y el pecho y la garganta me laten de odio.
Mentira. Debe de ser la sexta o séptima vez que empiezo este texto durante los últimos días. Y
nada. Me quedo en blanco a los dos párrafos, lo borro todo, empiezo de nuevo,
vuelvo a borrarlo. Y ese odio del pecho se vuelve desolación, y acabo cerrando
mi lap top y yéndome a la cama.
Ahora mismo,
si me detengo un poco para tratar de poner orden, me quedaré en blanco de nuevo
y no quiero.
Cada día es
un regalo. Así se llama una de las fotografías que participan en un concurso
nacional titulado México en una imagen. Cada día es un regalo. Y se ve un gran
árbol en medio de un prado, un sol resplandeciente y unas montañas al fondo. No
hay gente en la imagen, sólo el azul del cielo y el contraste de los verdes del
prado, del árbol y su sombra.
Me he
aguantado las ganas de bajar la foto y editarla: poner sobre ese verde prado y
bajo ese resplandeciente sol, la imagen de David y Abraham Copado Molina, los
dos hermanos que trabajaban para Estudios de Opinión Pública del Distrito
Federal, y que fueron linchados la noche del lunes pasado en Ajalpan, Puebla, mientras
realizaban unas encuestas, pues fueron confundidos con secuestradores. Los
golpearon, les dieron varios machetazos y les prendieron fuego mientras la
policía observaba porque –dicen-, la gente estaba fuera de control.
Me he
aguantado las ganas de poner la foto de los hermanos Copado Molina en medio de
ese prado espectacular y enviarla al concurso.
El prado
seguro se lo imaginan. La otra imagen la dejo aquí, y me tiene sin cuidado si
le hiero la sensibilidad a alguien.
Ahí hay mucho
México en una imagen.
Ahí va otra vez este güey a hablar de muertos y descabezados -pensará
quizá alguien que más o menos sigue este blog-. Otra vez con lo mismo, ya entendimos, Alejandro, ya sabemos, ya está
bien de hablar de cosas feas. ¿O qué quieres?, ¿qué propones? Nomás criticas
pero no haces nada para cambiar las cosas.
No, no voy a
cambiar nada. No vamos a cambiar a México. Y yo no tengo ninguna propuesta,
ninguna solución, ninguna crítica. Lo mío es rabia, es odio puro y genuino
contra todo esto que veo cada día antes de irme a la cama, al despertar, al
encender la computadora y ver las noticias.
Jorge y
Marcela, hermanos de 8 y 5 años de edad, ejecutados de un tiro en la cabeza (Zoyotlán,
Guerrero, hace 3 semanas).
Bastian
Elías, de 6 meses, asesinado a golpes por su padre, Gael Elías, de 21 años,
porque no dejaba de llorar (Ciudad Juárez, 8 de octubre)
Otro bebé, de
8 meses, muerto a causa de los golpes que sus padres le dieron con un cable
porque lloraba mucho (Tepoztlán, Morelos, 9 de octubre).
Mireya Pérez,
de 35 años, y su hija Marely, de 4, degolladas dentro de su casa por razones
desconocidas (Puebla, 11 de octubre).
Guillermo
Gastélum, asesinado por un chico sicario de 14 años a quien un desconocido le
ofreció 1,800 dólares por matarlo (Tijuana, el miércoles pasado).
Tres hermanas
de 7, 9 y 11 años, asesinadas por su padre, quien también estranguló a su
esposa y después se pegó un tiro porque tenía problemas económicos (Del. Álvaro
Obregón, DF, el viernes pasado).
Un cadáver
colgando de un puente, envuelto en vendas y con una máscara negra, con signos
de tortura y dos tiros en la cabeza (Iztapalapa, DF, hace 3 días).
Dos familias
enteras, una de 6 y otra de 4 personas –entre ellas un bebé-, ejecutadas con
AK-47 (Veracruz, hace dos días).
Alexa
Ramírez, de 8 meses, quien fue arrancada de los brazos de su madre durante el
robo de su auto, apareció muerta, flotando en una bolsa de plástico, en la ribera
de un río (Irapuato, ayer).
Dos cadáveres,
hombres de entre 30 y 40 años. Uno calcinado en un contenedor, otro tendido
sobre la acera, maniatado y con un mensaje dirigido a Miguel Ángel Mancera,
Jefe de Gobierno del DF. (Iztapalapa, esta mañana).
No tengo
ninguna propuesta. No tengo soluciones. No voy a cambiar nada. Es sólo esta
rabia que me palpita en las manos, en el pecho, en la garganta.
Pero cada día
es un regalo.
Que se lo
digan a la madre de Jorge y Marcela. A los padres de David y Abraham.
Cada día es
un regalo (sic).
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