sábado, 12 de noviembre de 2011

Ella se equivoca



Nos hemos visto una vez a la semana en el mismo café de la calle Józefa. Casi siempre yo llego primero, y casi siempre ella me envía un mensaje diciendo que llegará 5 minutos tarde, y que lo siente. No me molesta en lo más mínimo; me da tiempo de pedir otro café y preparar el material que traigo para ella en fotocopias (imperativo irregular, pretérito imperfecto de subjuntivo, vocabulario, etc.).

Ella avanza con rapidez; forma bien los participios irregulares, recuerda las reglas de nuestra clase anterior, usa expresiones nuevas que aprendió durante la semana. Apenas le indico dos o tres errores a lo largo de la primera hora de nuestra clase. Luego cambiamos los papeles y yo soy alumno y ella profesora. La clase da un cambio manifiesto. Una y otra vez, con infinita paciencia, me corrige la pronunciación de los dígrafos dz, sz, ść, y yo los vuelvo a pronunciar mal; me repite por enésima vez la terminación się de los verbos reflexivos. No desespera. Pone su mano sobre la mía, apenas un segundo, un roce, y sonríe y me dice que sí, que el polaco es muy difícil, pero que no lo hago tan mal (qué bello eufemismo el suyo para decirme que hay otros más ineptos).

Durante dos horas la miro. Mientras ella mejora su español; mientras yo no mejoro mi polaco, la miro. Trato de memorizar cada rasgo de su rostro, cada borde, cada pequeñísima (im)perfección. Y lo logro, y puedo, en cualquier momento, reconstruir su rostro; pero soy incapaz de describirlo. No es un rostro extraordinario, pero es hermoso; su voz no es angelical, pero es bella; sus manos no son inmaculadas, pero me gustan. La miro procurando no evidenciar el hipnótico estado en que me encuentro. Quizá algún lunes me preguntará: ¿Se puede combinar en una sola oración el pretérito imperfecto y el pluscuamperfecto de subjuntivo? Y yo pensaré: Claro que se puede, por ejemplo, “si tú no tuvieras ese rostro yo ya hubiera memorizado las 1500 palabras que contiene mi libro de polaco para extranjeros.” Si no estoy aprendiendo ni madres de este endemoniado idioma es por culpa de su rostro.

Al final de nuestra sesión semanal -cuando nos despedimos y nos ponemos los guantes, la bufanda y el abrigo, y salimos y ella maldice el frío-, yo no recuerdo ni una sola palabra nueva en polaco. He avanzado 6 páginas de mi Polaco para dummies, y lo único que tengo en la cabeza, lo único que quisiera decir en polaco, es la misma frase de todas las semanas, y que obviamente no me la enseñó ella, Jesteś zajebiście ładna, que es algo así como ¡Qué pinche guapas estás!


Nos vamos de ahí. Desaparece por una semana. Creo que nunca había deseado tanto que fuera otra vez lunes.




Ella cree que mi única intención es aprender polaco. 
Se equivoca terriblemente.



Yo creo que su única intención es mejorar su español.


Y así es.





3 comentarios:

  1. Qué certidumbre tan terrible amigo!! De cualquier forma si algún día vuelves a ser profesor de Comunicación o Literatura y un Palacios cualquiera te pregunta: ¿Y esto paque sirve? Ya le contestarás: ¡para que se te acerquen polacas más pinches guapas!

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  2. Que romanticoooooooo, Merino!

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  3. No lo dudes, ella sólo quiere aprender polaco y cuando salen ella piensa: Jesteś pelonście ładna, que es algo así como ¡Qué pinche calvo estás!

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