A Mariana, que me llevó a caminar por Corrientes
Fue un poco descubrir, y un poco comprobar
Buenos Aires.
Fueron muchas las cosas que desde hace años
me fueron atrayendo. Una de las primeras canciones que aprendí de memoria fue
La ciudad de la furia, de Soda Stereo (pues una de mis hermanas mayores tenía
un casete de rock en español que oía a todas horas). Yo no entendía nada de la
letra, pero me la sabía completita. Por esa canción supe que Buenos Aires lucía
susceptible, aunque tampoco entendía
esa palabra.
Sí, creo que lo primero fue el rock; crecí
escuchando –como muchos de mi generación- a Los Fabulosos Cadillacs, Divididos,
Los Pericos, y empecé a imaginar esa ciudad a partir de la mención de alguna
calle o algún barrio.
Después fueron Borges, Cortázar, Sabato;
Andrés Calamaro y Fito Páez; la fascinación con la que Katherine hablaba del
viaje que haría a esa ciudad, como si ya la conociera; aquella única final de
la Copa Libertadores que ha jugado un equipo mexicano, y en la que me di
cuenta, incluso a través de la televisión, de lo mucho que pesa La Bombonera de
Boca Juniors; y por supuesto, Joaquín Sabina.
A pesar de todo eso, Buenos Aires siempre
estuvo lejos, hasta que en Cracovia conocí a Mariana (porteña y bostera de
corazón), y sus pláticas me fueron despertando de nuevo las ganas de viajar a
La ciudad de la furia. Vení, mexi, es
relindo, me decía antes de volver a Argentina.
Así que después de muchos años, canciones y
literatura, Buenos Aires dejó de estar tan lejos.
Apenas me dirigía del aeropuerto al centro
cuando comenzó la música, pues la calle por la que iba el autobús me parecía
interminable:
-Oye,
esa calle, Rivadavia –le dije a Mariana en cuanto la vi-, es la de la canción de Bersuit, ¿verdad? ¡Porque es más larga que la
chingada!
-Claro, mexi, ¡la
calle más larga del mundo!
Y todo fue música y poesía en Buenos Aires.
Fue, como dice Alessandro Baricco, como acabar en la cama con una mujer con la
que te has escrito cartas durante años.
De pronto me detenía en alguna esquina:
-¿Estas
calles se llaman Córdoba y Maipú?
-Sí –respondía Mariana-. ¿Por?
-Esa canción de
Sabina…
Y
entonces los dos, pensativos, empezábamos con un tarara tata tatara… "qué poco rato dura
la vida eterna,
por el túnel de
tus piernas,
entre Córdoba y
Maipú."
Y seguíamos caminando.
-Oye,
¿dónde está González Catán?
-¿Por esa otra de
Sabina?
-Sí. "De González
Catán… en colectivo, a la cancha de Boca, por Laguna…"
-Yo no voy ahí,
sabelo.
-¿Es peligroso?
-Sí, y feo. Así
que andate solo.
Y así fui buscando y fijándome en sitios que
tanto había escuchado y leído: el barrio de Barracas donde nació el Matador, de
Los Cadillacs; San Telmo, a donde Calamaro iba a comprar cosas viejas y rotas;
el Gran Rex y el Luna Park de Fito Páez; la Galería Güemes donde según Cortázar
se puede acceder al París del siglo XIX; la esquina de Godoy Cruz y Santa Fe,
de La casa desaparecida; el cruce de
Corrientes y Callao donde Sabina se citó con la Luna; la calle Florida, la
estación Retiro y la Plaza San Martín, de El
palacio de las flores; la calle México donde Borges escondió ese libro
infinito, el libro de arena; los viejos cafés (Tortoni, London, La Biela) donde
se reunían Borges y Bioy Casares, Sabato y Gombrowicz; la calle Garay donde
está el mismísimo Aleph: el punto donde coinciden todos los puntos del
universo, vistos desde todos los ángulos, y en todos los momentos del tiempo.
Claro que también hubo decepciones. Quise
comprar una primera edición de 20 poemas
para ser leídos en un tranvía, de Girondo, pero ya no hay tranvías. Su
tumba, además, es una de las más feas y descuidadas del cementerio de La
Recoleta, donde hay auténticos mausoleos que parecen de narcos mexicanos. La
Plaza Cortázar está llena de sport bars y lugares de hamburguesas; el bar
Orsai, de Hernán Casciari, cerró hace casi un año, y la casa en la calle
Serrano donde Borges creció es ahora una peluquería llamada Maldito Frizz. Qué
triste. Pero ni hablar.
El rock, la literatura, y El lado oscuro del corazón. Esa película
de Eliseo Subiela hizo aún más grande mi obsesión por conocer Buenos Aires (si
aún no la han visto, les sugiero que dejen inmediatamente de leer esto y la
vean; vale mucho más la pena que este texto). Desde que la vi por primera vez,
había querido seguir los pasos de Oliverio –el protagonista-, e ir a los
carritos de la Costanera y cambiar poesía por unos bifes de chorizo, y
recitarle Rostro de vos, de
Benedetti, a la cajera de una estación de autobuses, e ir al cabaret Sefiní de
Montevideo a buscar a Ana, y llorar a lágrima viva, llorar por el ombligo y por
la boca entre esas calles melancólicas de la capital uruguaya.
Hoy Buenos Aires ha dejado de estar lejos.
Hoy la música, la literatura y el cine se han juntado en este puñado de visiones,
de fragmentos urbanos; en esta cacciola que me lleva de Buenos Aires a
Montevideo, atravesando el impresionante Río de la Plata, mientras yo me siento Oliverio y tarareo
ese bolero de Chico Novarro…
¿Hace falta que te
diga
que me muero por
tener
algo contigo…?
https://www.youtube.com/watch?v=DEElov6zyDY
(11 y 6 / Fito Páez)
https://www.youtube.com/watch?v=G_7MdJeb_2Y
(Algo contigo / Los Panchos)
https://www.youtube.com/watch?v=2xpILinSJrM&list=PLCUIgWA2ukdOdeYM_FaZK3SXnqRhtLoZ5
(La argentinidad al palo
/Bersuit)
https://www.youtube.com/watch?v=9vfJ29RJU2w
(La ciudad de la furia / Soda Stereo)
https://www.youtube.com/watch?v=HUip3YddXc4
(Matador / Los Fabulosos Cadillacs)
https://www.youtube.com/watch?v=iEcuDygqxf8
(El palacio de las flores / Andrés Calamaro)
https://www.youtube.com/watch?v=ZZ3OlwBZvK8
(Con la frente marchita / Adriana Varela)
https://www.youtube.com/watch?v=HAm0Bh2tt6c
(Dieguitos y Mafaldas / Joaquín Sabina)
https://www.youtube.com/watch?v=2LlqetyJ_rc
(Vendrá la muerte y tendrá tus ojos / Andrés Calamaro)
https://www.youtube.com/watch?v=zdXMmtvqT4k
(Buenos Aires / Sabina y Páez)
No hay comentarios:
Publicar un comentario