lunes, 10 de agosto de 2015

El país de las cosas XL






Todo es enorme en este país: las montañas, los desiertos, las autopistas, los puentes, las cajas de Corn Flakes, los helados, los pasillos de los supermercados, las rebanadas de tocino. Parques nacionales del tamaño de Puerto Rico, lagos más grandes que Eslovaquia o Suiza. Sólo en el Gran Cañón del Colorado cabrían 8 países de Europa; hay librerías más grandes que Mónaco, hamburguesas del tamaño de pizzas. Hay incluso tiendas de ropa donde la talla más pequeña es XL.

La cultura culinaria estadounidense también llega a ser exagerada. No solamente en cuestión de tamaño. Muchos sitios de comida han ido forjando fama e identidad a través de platos únicos; combinaciones, fusiones, experimentos posibles, en gran medida, gracias a las enormes comunidades de inmigrantes que hay, y que al paso de los años han ido incorporando ingredientes y métodos. El resultado: tacos mexicanos americanizados, pierogi de hamburguesa, sushi-burrito, pizza de Nutella, ceviche estilo California, refresco de maíz, pollo con sabor a cerdo o helado de tocino.

Algunos gustan y algunos no, es cuestión de paladares, y yo esta vez vine a este país con la intención de reventar, de llenarme las arterias de grasa y de sabor, que tanta falta me hace del otro lado del Atlántico. Así que en lugar de guía de Lonely Planet, esta vez decidí hacer una ruta culinaria. Mis hermanas y yo habíamos planeado un viaje en coche por el Noroeste del país, partiendo de Minnesota, donde vive una de mis hermanas, y yendo hacia el Oeste hasta Seattle, luego al Sureste hasta Utah y volver a través de Nebraska y Iowa. Sobre esta ruta, decidí que mi guía de viaje sería Man Vs. Food, un programa de televisión en el que el actor Adam Richman recorre el país probando las cosas más exageradas y suculentas que se puedan encontrar, y que igual pueden estar en una capital estatal o en algún bar de camioneros, o en un pequeño restaurante familiar de un pueblo bicicletero y olvidado.

Además de recorrer el Oeste Americano, tendría oportunidad de probar esas deliciosas monstruosidades que abundan en el país de las cosas XL.

Apenas a unas calles de la casa de mi hermana comenzó el tour gastronómico. El lugar: 5-8 Club, el mejor sitio para comer la famosa Jucy Lucy, una hamburguesa típica de Minnesota, hecha con pan horneado ahí mismo, carne rellena de queso y jalapeños, y el sello del lugar, la salsa Lucifer. Todo empezaba bien.

Y mientras nos dirigíamos hacia el Oeste, y atravesábamos llanuras interminables adentrándonos en territorio de los indios Sioux o Dakota, iba encontrando delicias impensables: una taco-pizza a las afueras de Sioux Falls, el monstruoso farmer´s breakfast o el ligeramente picante cajun de Fieldhouse Cafe, en Billings, Montana. Pero sin duda lo mejor del Midwest fue la snag burger que nos preparó un bartender con pinta de exconvicto en uno de los 3 únicos bares que hay en Red Lodge, a orillas del highway 212, conocido como Beartooth road por sus peligrosas curvas (y por sus hamburguesas).

Llegamos a Seattle, hogar de Pearl Jam, de Nirvana, de Jimmy Hendrix y del Captain´s combo que sirven en The Crab Pot; una montaña de mariscos con 4 salsas a escoger, pero que sólo viejos lobos de mar pueden digerir y dejar su nombre en el hall of  fame del lugar. Lo mismo me sucedió en Beth´s Cafe con el Southwestern Exposure, un omelet de 12 huevos y 10 ingredientes (servido en una charola para pizza). Imposible. Al igual que Adam Richman, yo también fui derrotado por estos platos inmensos: para eso también se necesita un estómago XL.

Después fuimos hacia el Sur, a Portland, y el programa de Richman me llevó al café Stone y a sus pancakes de 33 centímetros, a Voodoo Doughnut y sus 70 variedades de donas y panqués, y finalmente a Molly´s bar a probar las famosas  Great Balls of Fire: 5 chiles habaneros rellenos de queso y bañados en salsa de… habanero.

Adam Richman se estaba convirtiendo en mi gurú, en mi pastor.



El estado de Utah tiene cosas gigantescas: la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, las impresionantes formaciones geológicas de Monument Valley, o las hamburguesas de búfalo. Hires Big H es un merendero con decoración de los años 50, y uno de los 25 mejores lugares para comer hamburguesas de todo el país. Y como en los años 50, se puede acompañar perfectamente una hamburguesa con una malteada de chocolate sin que el mesero te mire raro.

En Omaha volví a ser derrotado por el sello de la casa: un enorme T-bone marinado en whiskey. Eso y la canción de Bob Seger son las únicas dos cosas interesantes que puedo decir sobre Nebraska.

Y cuando pensaba que la comida tex-mex –con sus chimichangas, fajitas, crunchy tacos o chicken nachos- no tenía nada que pudiera impresionarme, me fui a encontrar en Denver con un colosal y delicioso burrito de 2 kilos (pollo, res, camarones, huevo, arroz, frijoles refritos, 3 salsas y 3 quesos, todo envuelto en 4 tortillas y del tamaño de un bebé). Y ya puestos a recordar México, me fui con mi carnala al bar El Patrón, justo frente al estadio de los Broncos, a tomarnos una michelada con mariscos (para quien no tenga idea, esto quiere decir una cerveza en tarro con mucho limón, sal, salsa picante, ostiones y camarones. Una delicia).

Para cuando llegamos a Des Moines, Iowa, mi estómago me maldecía o me pedía más, no estoy seguro, pero no podía terminar esta ruta gastronómica sin unas buenas costillas BBQ, así que fui a Flying Mango a saborear unas con 17 salsas diferentes. Igual que Richman, salí de ahí con una sonrisa de oreja a oreja y un hoyo del cinturón más flojo.


Me voy de aquí con cierta nostalgia estomacal. Y sí, este país podrá ser deleznable en muchas cosas, y podrá ser odiado con mucha razón, y tener ese complejo de eterno salvador de la humanidad, y una historia llena de invasiones a medio mundo y millonarios estúpidos y racistas que quieren ser presidentes, pero tiene también excelente rock, literatura y comida. Aunque aún haya puristas culinarios que digan que no existe comida estadounidense. 

No tienen ni idea. En este país se come como rey.






2 comentarios:

  1. es verdad, dicho país puede tener muchas cosas negativas pero ya cuando estas ahí merece otra mirada

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  2. Así es Karina. Creo que en cuestión de comida, música, literatura y cine, Estados Unidos tiene cosas geniales y merece otra mirada. Saludos XL!!

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