jueves, 28 de julio de 2016

Última parte: El regalo






Volví de España con un muy buen sabor de boca (y de ojos y de oídos). Me bebí todo el vino que se me atravesó, me deleité con infinidad de tapas y mariscos, descubrí nuevos rincones de Madrid, me enamoré del acento gallego –y de una que otra gallega-, visité una iglesia transformada en discoteca en Toledo, y también me traje un par de recuerdos: una botella de patxaran (exquisito elixir dionisíaco que nunca había probado), el libro de Luisgé Martín que me regaló Ramón y la nueva novela de Pérez-Reverte, Hombres buenos. A Izabela le traje, obviamente, el libro de Amarna Miller, y otro que consideré muy adecuado para que practicara su español, que ya es bastante bueno: Vamos a follar hasta que nos enamoremos, de la poeta murciana Ana Elena Pena.

Pero el mejor regalo –creo- fue el que le traje a Jairo, mi amigo colombiano que estaba por casarse. Como lo comprobé en la última reunión de The dead poets society cracoviana, mi amigo conocía bastante bien la obra de Amarna Miller, no sólo la audiovisual sino también la literaria; también seguía muy de cerca su activismo en cuestión de porno cultural o porno ético o porno feminista o como sea que se llame, sus posts sobre defensa de los animales, sobre educación sexual, sobre equidad de género, sobre arte, poesía, etc.

En algún apartado de la página oficial de Amarna Miller (la cual sondeé, antes de ir a España, con fines exclusivamente de investigación), había leído algo así como “videos por encargo”, y aquella noche de la degustación de vinos, mientras la veía mezclándose entre los invitados, hablando y riéndose con todos, se me ocurrió la idea y se la dije directamente. Amigo colombiano que se casa, te admira mucho, y blablablá. Ella me explicó en general los detalles importantes. Pueden ser cinco, diez, treinta minutos, lo que tú quieras; el precio depende si quieres que haya un desnudo integral, si quieres que haya sexo. No, no, sexo no, es sólo un video de felicitación, dije yo. Bueno, y dime algo más de tu amigo, ¿algo en especial que le guste? Pues es colombiano, se acaba de mudar a Cracovia, su futura esposa es polaca, le gusta la literatura, el punk en todas sus formas, Star Wars… Perfecto, pues tengo una lencería muy sexy tipo princesa Leia, igual le digo a Amber, una amiga también actriz, que me ayude con la cámara, y hacemos todo en plan muy tierno pero sexy, buenos deseos, besitos, baile, ¿algo así, qué te parece? Nunca me han pedido un video así, pero me parece genial la idea.

A Izabela le encantaron los libros –Vamos a follar… y el de Amarna, dedicado para Una querida lectora polaca-, y estaba fascinada con la historia de cómo la conocí y me pedía que se la contara una y otra vez; mandó imprimir la portada y la dedicatoria y la puso en la puerta de El gato nocturno, y le escribió un mensaje de agradecimiento en su página de Internet. Mi novia no se lo tomó tan bien: ¿Y qué, luego te fuiste a cenar con la actriz porno esa? Cómo crees, le decía yo. No, claro que no estaba desnuda en la presentación de su libro. No, no escribe sobre cómo folla. No, no le puedes pagar por sexo a una actriz porno así como así. No, no se me pasó por la cabeza (bueno, su hubiera sido Stoya Doll tal vez, bromeaba yo). No, eso tampoco.

Andrés ya no iba a los speed dating porque desde hacía dos semanas tenía novia (a quien obviamente había conocido en un evento), pero sí iba de vez en cuando a la sex shop de Izabela a suplirse de lo que hiciera falta. The dead poets society volvió a reunirse con regularidad después de la pause de fin de año, aunque yo no comenté nada de mi encuentro con Amarna Miller.

Una semana antes de la boda, recibí un correo de Amarna con una clave para descargar el video desde un sitio de archivos encriptados.

¿Qué clase de pregunta es ésa que están pensando? ¡Por supuesto que vi el video! Tenía que asegurarme que Amarna, motivada por la situación de felicitar a mi amigo colombiano, no se hubiera puesto demasiado “creativa”. Luego de unos segundos, Amarna aparecía con un ajustado vestido con motivos de Star Wars. Hola Jairo, comenzaba. El resto queda entre Jairo, Amarna y yo. Y no, no lo voy a subir al blog.

Sé que mi amigo agradeció el detalle, y su ahora esposa, que es a toda madre y conoce bien el carácter latino, no lo tomó tan mal como yo temí por momentos. Ahí quedó la historia de este raro regalo de bodas; le escribí a Amarna agradeciéndole. Si se casa otro amigo tuyo, o hay algún cumpleaños, dime. Amber y yo nos divertimos mucho haciéndolo, me respondió.

Unos meses después de la boda de Jairo, pasaron tres cosas que yo ya veía venir (no, eso no; mi amigo sigue felizmente casado): Aneta y yo rompimos aunque en muy buenos términos, Izabela finalmente nos presentó a una novia más o menos formal, y un miembro de The dead poets society propuso tres autoras para elegir nuestra siguiente lectura: Sasha Grey, Stoya Doll y Amarna Miller.

Y pasó una cuarta que yo no veía venir: recibí una notificación del sitio de archivos encriptados. 

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¿De qué archivo me estaban hablando? El video de felicitación de Amarna había sido descargado y estaba ahora en manos de mi amigo. Aun así fui al sitio e introduje la clave que había recibido meses antes. Se me entornaron los ojos al ver que había un segundo archivo sin descargar.

Es el detrás de cámara  y algunos bloopers. Confirmo que sí es Amber Nevada quien ayudó con la cámara. Es un amor, la Miller. 


Hola Álex, comienzan diciendo...













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