viernes, 28 de octubre de 2016

Tres finales (contradicción #3)






Hace unos días te escribí un poema.

Me tomó casi una tarde,
un café y dos vodkas.

Era casi idéntico a lo que días antes
había ido pensando.

Me detuve en ciertas frases,
corregí poco,
cambié solo el cuarto verso.

Al leerlo completo,
sonreí en silencio,
porque el final era exacto...

y no lo era.


Cambié la última línea.
Ahora sí era lo que yo quería...

y no lo era.


Escribí un tercer final,
y lo mismo.

Tenía tres finales para un poema
que venía queriendo escribirte
desde hacía semanas,
y cada uno de ellos, de los finales,
cambiaba bastante el tono de todo el texto.

El primero, demasiado romántico,
el segundo, demasiado trágico,
el tercero, demasiado cínico.

Los tres finales eran tan ciertos,
pero no podía escribirlos todos.
Me tomó dos vodkas más
convencerme de que no era posible juntarlos,
mezclarlos,
maquillarlos.

Y desistí.



Quizá, por esta vez,
esta nota al pie diga más
que el propio poema.

Tres finales,
los tres ciertos,
los tres yo,
los tres tuyos.










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